Me disculpo con todos los que lean este post, pues ya ha pasado tiempo desde mi pequeño encuentro indeseado y quizá algunos recuerdos sean un poco forzados.
Es increíble como una conversación sin planear modifique todo.
Jueves 6 de mayo
-7:00 / ‹Mierda, el despertador...›
-7:15 / ‹Joder, otra vez... No me quiero levantar›
Empece el día de la manera más nefasta, solo, sin sonidos, y una casa deshabitada. Era mi primer día de reclusión en mi propia casa luego de que tuve una desagradable mañana el día anterior.
Como si hubiera estado en la oficina, me senté en el escritorio a trabajar, me acomode, me conecte al chat y empezó el día, pero algo no estaba bien (obviamente, el lugar no era el mismo y de cierta manera la soledad me hizo sentir un poco extraño), el ruido de las máquinas de la imprenta no se oían, el tipo del parqueo no resonaba en las paredes de nuestro lugar de trabajo y nuevamente me di cuenta de la soledad.
El día voló, constantemente le echaba un ojo al facebook para saber que pasaba en la U, pues sin querer, el mundo se iba a volver ajeno a mi. Los de la EPA seguían tomando el Campus Central y en la oficina todo seguía con "normalidad" en mi ausencia.
Vi el reloj y marcaba las 5 de la tarde más o menos, y quise arreglarme para ir al negocio para ayudar, -‹Y vos ¿a donde vas?›, -‹Al negocio, ¿no vas abrir? › -‹Bien, pero vos te quedas en la casa, cuida a tu papá›. Cualquier señal de vida había desaparecido luego de un corto almuerzo, de nuevo estaba solo, y platicar con mi viejo no era opción, era un muerto en vida tirado en la cama con una tripa plástica que le metía "agua" al cuerpo.
Viernes 7 de mayo
El día es idéntico al anterior, mismas horas, mismas cosas, mismo de todo.
Entre momentos de lucides de mi papá, tenemos conversaciones breves; -‹¿Estas bien?, ¿necesitas algo?› -‹No vos, gracias... me siento un poco averga, esa pastilla pizada me pone algo tarantula› -‹Mmm, te sirvo tu almuerzo›. Las conversaciones se interrumpían por una nausea, hipo, malestar o simplemente la pastilla pizada había surtido efecto en él.
Sábado 8 y domingo 9
Hasta este momento, nada había cambiado. Quería salir, pero sentía cierto temor, quizá por la exageración de mi mamá o por el mal rato que pase el miércoles anterior. Pero ese fin de semana había algo distinto y esperanzador para mi. Mi Yaz iba a llegar a verme, no la veía desde hace una semana y la soledad empezaba a hacerse sentir. ¡Y llego Yaz...! fue algo especial, único y nunca había deseado verla tanto, ella fue el motivo para que pudiera salir aunque sea a tres cuadras de mi casa para poder llegar caminando al negocio.
El domingo llego, y con el de nuevo Yaz, comimos juntos, vimos películas y el tiempo voló incontrolable en su camino, eran las 7 de la noche y un poco más, no la pensaba dejar ir, no pensaba amanecer de nuevo el lunes en una casa vacía. Llego el taxi y la tuve que ver partir, se fue.
Lunes 10 de mayo
Día de las madres y por fin tenía compañía, El Chinche no tenía clases y aunque sea pudimos ver por ratos tele. Mi mamá en un desayuno y yo sin regalo, sin dinero y con un encierro que me empezaba a devastar. Mi regalo fue un abrazo y un "te quiero mucho".
Martes 11 de mayo
Con ciertos nervios empece el día. Me iban a quitar las cordales y por haber presenciado varias veces como era el procedimiento tenía miedo de que fuera a sentir dolor. Llegue al dentista me dieron una pastilla y no recuerdo más que pinchones en mi boca y al despertar una desorientación y sueño. A partir de este momento mi vida se volvió plana, la relación personal termino, no había más compañía que la tele, el sillón y la cama. La gelatina y la sopa se convirtieron en un todo absoluto.
Este día inicio un segundo ciclo de mi encierro forzado, un encierro de convalecencia. Inflamación, dolor, sabor a sangre en la boca y el deseo se convirtieron en una constante diaria, sin olvidar la gelatina y el hielo en la cara.
Los días transcurrían pero yo sentía eterna esa existencia, de un momento a otro la soledad se volvió absoluta, mi papá fue internado y de mañana a noche era algo más de la casa. A veces no tenía ni el animo de bañarme; llamadas furtivas de uno que otro amigo y de Mi Yaz se volvieron en un cierto alivio.
Sufrí de cierta confusión, quería que todos preguntaran por mi y me llamaran, pero no quería saber de nadie, quería que me llegaran a consolar y me dijeran Pero si no te miras tan mal... pero no quería que me mintieran, sabía que me veía como un "hush puppie" anormal, tenía un cachete más enorme que el otro.
Las pocas visitas que tuve (de Yaz) fueron reconfortantes e igual que el domingo, era imperdonable dejarla ir, pero se fue otra vez. Sinceramente ahora que recuerdo, los días los confundo unos con otros, sinceramente los tiempos de comida no los puedo diferenciar, todas eran iguales, y sobre todo, sinceramente me estaba empezando a deprimir de estar preso, porqué harto ya estaba.
Extrañamente de esto, ya casi un mes que en carne propia se sintió una eternidad.